miércoles, 19 de agosto de 2015

VIAJE DE VERANO / Día 20: 9 de agosto de 2015

KERHINET - CARNAC -  PENÍNSULA DE KIBÉRON

   Me despertó el sonido de los pájaros y los primeros visitantes, que dejaban su coche llenos de curiosidad.  Que no puedan circular, sin duda confiere una serenidad aún mayor al pueblo y a sus bonitas casas. 


   Tan pronto como pude, entré nuevamente. Todo había cobrado vida, los gallos y gallinas paseaban alegremente. 
   Visité una pequeña muestra de artesanía, la oficina de turismo y el coqueto museo que me sorprendió por su especial y cuidado estilo. 

   Disfrutando del lugar, me senté en una mesa, respiré y comencé a escribir mientras esperaba a Jorge. 

   Hicimos unos cuantos kilómetros y paramos en un área para comer. 

   Estábamos en HERBIGNAC, disfrutando solos de aquel paraíso pues todos habían comido ya y eso que no eran ni siquiera las dos. 
   En el mismo Herbignac vimos la señal de vaciado y seguimos las indicaciones hasta el lugar. 


  Era sensacional para quedarnos allí. 


   ¡Qué paz!
   Continuamos rumbo a CARNAC, el misterio y la curiosidad nos atraían. 


   Nos dirigimos primeramente a la oficina de turismo para conocer las indicaciones básicas sobre cómo llegar a los alignements y si era posible dejar allí la furgoneta. 

   Los vimos sobre el mapa y nos maravilló su extensión. ¡Cómo le gustaría estar aquí a mi cuñado!

   El primero al que fuimos fue el de Ménec. Allí comenzaba todo, después habría que seguir únicamente una larga y casi recta carretera. 
   El emplazamiento cuenta con un gran aparcamiento gratuito desde el que salen autobuses y un trenecito y calesas ya de pago. Aseos y una gran tienda. 
   Dependiendo de las estaciones, desde octubre hasta finales de marzo, el acceso a los alineamientos es libre desde las 9h hasta las 17h. De abril a finales de septiembre, la entrada está limitada con el propósito de preservar la vegetación del lugar. Sólo son autorizadas visitas individuales con guía, visitas en grupo o visitas escolares. 

   Los alineamientos de CARNAC fueron erigidos en el Neolítico entre los siglos V y III a.C. por comunidades sedentarias que se dedicaban a la ganadería y a la agricultura. 


   "Le Ménec. Este conjunto se encuentra situado al oeste de Carnac y en la actualidad consta de 1050 piedras organizadas en una longitud de 950m. El pueblo de Le Ménec se fundó dentro del recinto (espacio cerrado por megalitos anexos o cercanos) compuesto por 71 bloques casi contiguos. Este recinto de forma ovalada se encuentra desplazado hacia el sur con respecto a las once filas de menhires (en bretón "piedra larga") que desembocan en él. Uno de los bloques, el Gigante de Le Ménec, mide 3,50m y puede que sea anterior al propio alineamiento. " (Tomado del folleto). 
   Volvimos a la furgoneta para, dirección al este, visitar Le Kermanio. Durante la distancia que recorrimos, a nuestra izquierda continuaba el misterio. 

   Nuevamente, aparcada la furgoneta, comenzamos a caminar hacia aquellas piedras que, con una energía especial, nos atraían a cuantos allí estábamos. 

   "Kermanio. Es probablemente el sitio con mayor número de visitantes de Carnac debido a las impresionantes dimensiones de sus monolitos. La popularidad del sitio ha favorecido un fenómeno de erosión ante el cercado del lugar. Al oeste, la carretera tiene una revuelta que se piensa podía ser el emplazamiento del recinto megalítico que marcaba su extremo. También encontramos en esta parte un dolmen ( "mesa de piedra" en bretón: cámara que a veces precedía a un pasillo funerario y que se encontraba limitada con piedras horizontales) al que le falta el cairn (monumento de piedra con el que se cubrían las sepulturas) original. " (vid.folleto). 


   Recorrimos todo el alineamiento y la sensación era extraña; caminábamos ligeros, pero tranquilos. Se respiraba bien, muy bien. Y había una calma serena a la vez que una fuerza energética. 


   "El dolmen, tumba colectiva, era un tipo de sepultura muy corriente en el Neolítico. En él se depositaron los restos mortales de varias personas.   

   Tomamos un té y escribí bajo la influencia y magnetismo del lugar. 

   Continuamos la ruta y dejamos la furgoneta junto a esta señal para visitar el Gigante y el cuadrilátero. 
   A la entrada del sendero, una escuela de equitación y un bosque legendario por el que seguro vagaban espíritus druidas. 


   El Gigante de Manio alcanza una altura de casi 6m. 

   El cuadrilátero. Formado por bloques de granito local de 1m que se encontraban unos muy cerca de otros y que limitaban una tumba individual. 


     Sin duda, las leyendas y el misterio de Carnac, siguen presentes hoy en día. Romanos petrificados según la leyenda de San Cornelio, que en el siglo III intentando escapar de su oersecución convirtió a los soldados en piedras y piedras misteriosas según las  creencias locales. Templos celtas y, sin duda, monumentos históricos de un pasado sobre el que se abren todavía muchos interrogantes. 
   Dejamos Carnac en busca del océano, el Atlántico que besa la PENÍNSULA DE QUIBERON nos esperaba. 


   Plouharnel se sitúa al principio del estrecho pasadizo que lleva a la punta. Allí, disfrutamos de una de las playas más hermosas que he visto: El Menthor. 



   Aparcamos y corrimos hacia la orilla sintiendo con fuerza la brisa del Atlántico. 



   Descalzos caminamos por la orilla. El agua estaba fría y la arena era suave y fina. 

   De allí a Penthievre. 

   Estábamos atravesando el estrecho y nos llamaron muchísimo la atención los árboles que se ven en la imagen de arriba junto al letrero, quizá parezca efecto de la velocidad, pero íbamos a unos 30 km/h. Lo más probable es que fuera por el viento pues sopla por ambos lados. 
   Aquello, sin duda es un paraíso para los amantes del surf. Pensé en Jose, mi compañero, y en mi primo José Miguel; aquí las olas serían suyas desde la salida del sol hasta su puesta. 

   Entramos en el siguiente pueblecito: Kerhostin. 

   La costa, cada vez más agreste, perfilaba acantilados bajos llegando el mar casi a la carretera. 
   Comenzaba a ocultarse el sol, aparcamos la furgoneta para atrapar esos mágicos instantes que jamás olvidaremos. 



   Miramos al horizonte sentados sobre las rocas y robamos aquella luz para que se quede siempre en nuestro recuerdo. 
   Los tonos azules y grisáceos se iban tiñiendo de anaranjados y violetas. 

   Hicimos muchas y bellas fotografías junto al mar. Muchas están entre mis favoritas. Aquí en el blog, por privacidad, no pongo nunca imágenes nuestras; pero en casa, tomando un café, un té o una cerveza, las veréis. Pues todos los que ahora leéis estas líneas, sois bien recibidos. 
   Con un cielo teñido casi de púrpura, entramos en Le Manéneur. Sus casitas blancas junto ya en la punta de la península, un bello puerto y muchas terrazas y restaurantes. Junto a ellas y ya en la esquina: este castillo de capricho.


   Regresamos buscando el sitio para pernoctar y nos detuvimos de nuevo para captar los últimos instantes del cielo roto en púrpura. 


   Durmimos en El Menthor junto al océano y su fina arena. 


   

2 comentarios:

  1. Como siempre, enhorabuena por el viaje maravilloso que estáis haciendo y principalmente la enhorabuena por las fotos tan bonitas y los comentarios que ayudan tanto a meterse en vuestra furgo y disfrutar de los pueblos,atardeceres,y como muy bien dices lugares mágicos y llenos de una fuerza especial. Repito mi enhorabuena, besitos mamá.

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    1. Gracias mamá, no imaginas la ilusión que me hace leer tus comentarios. Hasta muy pronto. Besos.

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