domingo, 15 de noviembre de 2015

VIAJE DE VERANO / Día 32: 21 de agosto de 2015

SOMO (SANTANDER) - PLAYA DE LA GRIEGA ( ASTURIAS)

   El día, soleado desde primeras horas, llenó Somo de turistas y de amantes del surf. Poco a poco el ir u venir de los coches, las tablas...


   Nos vestimos y fuimos paseando hasta una de las cafeterías que están en la calle principal. La tortilla española le supo a gloria a Jorge. ¡Estábamos en casa!
Playa situada en la costa de Trasmiera, junto a la localidad de la que recibe el nombre, formando junto con las playas del Puntal y Loredo, un extenso arenal de unos cuatro km. de longitud. Recibe un fuerte oleaje al estar orientada al mar abierto. (www.turismodecantabria.com)


¡Qué buenos recuerdos en familia!


      Dejamos Somo rumbo a Asturias.

  Paramos para comer en el centro comercial.


   Desde hacía tiempo tenía ganas de conocer la playa de LA GRIEGA en Colunga y ver las huellas de los dinosaurios.

     Colunga estaba en fiestas.
   Y llegamos a la playa, qué precioso paisaje. Estaba nublado, pero muchos bañistas disfrutaban aún del atardecer sobre la arena y en el agua.

   "... es un arenal en el que desemboca el río Libardón, de arena dorada y con una gran ocupación. Tiene buenos equipamientos y un camping situado a unos 200 metros de la playa. En bajamar, se forman piscinas naturales, lo que la convierten en un lugar ideal para ir con niños." (https://www.turismoasturias.es)
      Desde la playa parte una senda que, bordeando el mar, lleva a las huellas.


   Las huellas o ICNITAS que se ven, pertenecen a un grupo de dinosaurios cuadrúpedos y vegetarianos con largos cuellos y colas llamados SAURÓPODOS.
   Dejaron estas huellas hace 154 millones de años. Me parecía increíble estar viéndolas, dentro de una de ellas me hice una foto y pensé en mi 37 de pie y lo pequeña que sería a su lado.


   Mucha gente yendo y viniendo, a todos nos impresionaban, pero a los niños... Su cabeza llena de imaginación veía a los dinosaurios allí mismo, bebiendo y comiendo, salpicando junto a la orilla y adentrándose en el bosque. Pensé en mi dulce ahijada.

   De regreso, no pude evitarlo, el mar me llamaba.
   Me descalcé y recorrí la orilla con calma, sintiendo la fina arena y el agua fría.

   Íbamos a dormir casi sobre el agua. Poco a poco todos se fueron y nos quedamos solos.

   Agradable cena, paseo y café caliente en la noche, oyendo sólo el ir y venir de las olas.

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