lunes, 26 de octubre de 2015

VIAJE DE VERANO / Día 30: 19 de agosto de 2015

BORDEAUX - BIARRITZ

   Nos despertamos temprano y fuimos a desayunar al centro comercial. Los franceses madrugan mucho más que nosotros (también es cierto que se recogen más temprano).
   Tras el café con leche y las tostadas, algunas compras llenaron la mañana. Se aprende mucho yendo de tiendas y quizá todavía más, haciendo la compra del día: la leche, el pan, los yogures, la fruta, algo de pescado, de carne...

   Con nuestro horario adaptado casi a la perfección al francés, bordeamos el centro comercial para ir... POR FIN a La Pataterie. Tantas veces lo vimos anunciado que no podíamos dejar Francia sin ir.

   Sin duda, la elección fue un acierto seguro. ¡Qué comida tan deliciosa! La base de la mayoría de los platos es la patata, así por ejemplo, la hamburguesa en vez de pan, va entre patata. Hay patatas rellenas de casi todos los caprichos, lasaña de patata y toda suerte de antojos. Mi plato era una tostada de pan de leña con varios tipos de queso, jamón y manzana sobre una cama de ensalada. Mmmmmm
   Dulces postres y una suerte de precio total. En pocos sitios comeríamos así de bien y por tan poco dinero. Sin duda, lo recomendamos.
   Nuevamente en la carretera, marcamos en el tomtom la opción de ruta sin peajes y... cuál fue nuestra sorpresa al ver que la carretera por la que circulábamos una casi pasarela a la autopista.
   ... Pero sin duda más bonita. en algunos tramos entrábamos en la autopista y a un par de kilómetros el gps nos sacaba para evitar el pago. Fue toda una aventura.
   En nuestro camino, pueblos preciosos como éste en el que votamos la iglesia de Saint Clément.



   Quisimos entrar en un último supermercado antes de abandonar Francia y así lo hicimos.

   El paisaje comenzaba a cambiar y en los pueblos comenzaban a verse las construcciones típicas del Pirineo.

   ... Y llegamos a Biarritz, a su bullicio, al turismo, el glamour, la fiesta...

   Comenzaba a ocultarse el sol regalándonos una hermosa puesta de rosas, anaranjados, grises y violetas.


   A un lado Francia y al otro... lejos, la silueta de las montañas  ya en España.

   Rompían las olas con fuerza, olía a mar y se veía la luna en el cielo mientras éste se rompía en anaranjados y violetas. Pensé en la fortuna de poder vivir algo así, de sentirme libre, de ser feliz.

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